lunes, 11 de marzo de 2024

Maritza

 

Te escribo del ayer y de mi mano nunca sola al cruzar la calle,

Te hablo del ahora y del encuentro de tus cantos que abrazaron mí niñez.

Pareciera que Guatemala guarda tus pasos, que al doblar en la esquina me cuenta una historia de ti siempre, de tú siempre. Bordada tu risa siempre en mi pecho, tus latidos... como brújula, tu amor mi bendición, tu compañía mi abrigo ante el frío y por supuesto el orgullo de poseer un apellido tuyo.

Entonces me lleno de cantaros, de bailes bajo la lluvia, de frutas al desayuno, de mangos, ramas, ranas, lianas, de ríos y risas,  quisiera describirme lo que soy, porque soy porque tú eres,  pero me lleno de historias, de sabias historias, de hermosas historias, entonces son compartidas, son tus tuyas y mías, perdón por la redundancia es tan solo que te quiero contar en dónde estuviste, a dónde te lleve, en dónde ni imaginabas, y a donde te llevaré, en donde todos los ríos desembocan al mar, de marimbas a medio día y al son del atardecer tu melodía. 

Que tengo un corazón con toda la belleza de brillos de luciérnagas y de cantos de grillos al amanecer.

La poesía en su expresión más pura y más fiel guarda tu nombre en su cajón, porque no hace falta tocar esa melodía, si en cada medio día el viento me dice tu nombre madre mía.

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